El mero pensamiento de Danny tocándome con cualquier tipo de intimidad me tomó la cabeza. ¡Era tan lindo! No ayudó que desde que empecé a jugar con mi papá y mi abuelo, la necesidad de polla era mucho más intensa que las hormonas adolescentes normales normalmente inducirían. Había recogido muchos trucos de mi familia... quería mostrarle a Danny todo lo que había aprendido.
Estábamos ahí, hablando, acurrucados, pero asustados. Poco sabía que había otra capa de dificultad a punto de suceder; papá llamó a la puerta. Debe haber estado acechando afuera. Entró, nos vio hurgando incómodamente entre sí, e hizo saber que de hecho deberíamos actuar en nuestros deseos.
Papá me hizo quitar mis calzoncillos rojos y mostré mi montículo mojado a Danny. Lo presentó de manera magistral, instruyendo a Danny que me comiera y cómo hacerlo. La boca de Danny regó mientras vio a mi padre le presentó mi agujero de bonificación. ¡Danny tiene ganas! Yo, a su vez, no pude evitar gemir mientras él deslizaba su lengua dentro de mí; ver su cara entre mis piernas era absolutamente sorprendente. Antes de eso alguna parte de mí se preguntaba si lo vería allí abajo. Resulta que necesitaba una pequeña guía paterna...