La polla del Maestro Ballard es gruesa. No hay que negar eso. Incluso para los chupapollas más experimentados, es un desafío. Austin es tan pequeño, incluso puede ser más grueso que la muñeca del chico. Pero él no vacia. Se acerca a la tarea de chupar la polla de Ballard con devoción y compromiso.
Pero las mamadas no son por qué el Maestro Ballard lo compró. Lo que realmente lo hace sentir en el control está montando detrás de él, agarrando las caderas de Austin y sintiendo su polla de lata romper su culo.
Ballard ama verlo tomarlo. Austin lucha y sufre, pero una vez que está dentro, el papá colgado puede decir que es diferente a cualquier cosa que haya tenido antes. Una plenitud y un estiramiento que deja claro que nunca olvidará quién es el dueño.
El esclavo Austin lo quiere tanto como Ballard. Lo quiere dentro. Para ser follada por él. Para ser criado por él. Para ser reclamado y marcado como el suyo. Todo lo que el Maestro Ballard necesita hacer es acostarse y verlo montar su polla para ver lo apasionadamente que Austin le adora. Le caga las caderas en el eje, rebotando sobre las bolas pesadas, llenas de esperma, gimiendo y agarrando a la semilla que anhela...