El Maestro Ballard estaba ansioso por probar las habilidades y el hambre de Jay. En el momento en que estaban solos, podía finalmente ver al joven aceptar plenamente su papel y posición. Ser un sumiso y un esclavo era lo que necesitaba... Se sentía completo al quitar su autonomía. Ya no tenía que luchar para que funcionara. Podría ser quien estaba destinado a ser.
Jay se arrodilló ante el Maestro Ballard, mirando su enorme polla mientras se quitó la ropa de su amo. Él extendió su boca abierta lo más ancho posible, llevando a su padre tan profundo como lo permitiría su mandíbula. Ballard podía verlo luchar, incapaz de recibir todo lo que tenía que dar.
No es una nueva experiencia para que un niño tenga un tiempo difícil chupando su polla, pero lo que más le gustó de este momento fue el compromiso inquebrantable del niño para intentar hacerlo realidad. Sabía que su trabajo era hacer feliz a su maestro. Para complacerlo y satisfacerlo... Y no se detendría hasta que su amo le dijera que lo hiciera... El Maestro Ballard lo puso en su estómago, ansioso por ver su agujero apretado presentado para él. Él guió cuidadosamente su polla húmeda entre las mejillas del niño, empujando lentamente y constantemente hacia adentro.
La presión de su hombría sólo podía ser vista como un pequeño asalto al cuerpo de su esclavo, construyendo en intensidad su agujero suave y delicado. Se fue lentamente, calmando su camino hasta que sintió que su cuerpo sucumbía a su tamaño y lo llevó completamente...